domingo, 26 de abril de 2015
Halston pensó que el viejo en la silla de ruedas se veía enfermo, aterrorizado y listo para morir. Tenía experiencia en ver tales cosas. La muerte era el negocio de Halston; se la había brindado a dieciocho hombres y seis mujeres en su carrera como asesino independiente. Conocía el aspecto de la muerte.
La casa —la mansión, en realidad— era fría y silenciosa. Los únicos sonidos eran el bajo crujido del fuego en el gran hogar de piedra y el bajo gemir del viento de noviembre afuera.
“Quiero que cometa un asesinato”, dijo el viejo. Su voz era trémula y alta, malhumorada. “Entiendo que eso es lo que hace”.
“¿Con quién habló?”, preguntó Halston.
“Con un hombre llamado Saul Loggia. Dice que lo conoce”.
Halston asintió. Si Loggia era el intermediario, estaba todo bien. Y si había un micrófono en la habitación, cualquier cosa que el viejo —Drogan— dijera quedaría registrado.
“¿A quién quiere matar?”.
Drogan presionó el botón de la consola construida en el brazo de su silla de ruedas y ésta avanzó zumbando. De cerca, Halston pudo oler los amarillos aromas del miedo, la rabia y la orina, todos mezclados. Le repugnaron, pero no hizo ninguna señal. Su rostro estaba inmóvil y sereno.(...)
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La casa —la mansión, en realidad— era fría y silenciosa. Los únicos sonidos eran el bajo crujido del fuego en el gran hogar de piedra y el bajo gemir del viento de noviembre afuera.
“Quiero que cometa un asesinato”, dijo el viejo. Su voz era trémula y alta, malhumorada. “Entiendo que eso es lo que hace”.
“¿Con quién habló?”, preguntó Halston.
“Con un hombre llamado Saul Loggia. Dice que lo conoce”.
Halston asintió. Si Loggia era el intermediario, estaba todo bien. Y si había un micrófono en la habitación, cualquier cosa que el viejo —Drogan— dijera quedaría registrado.
“¿A quién quiere matar?”.
Drogan presionó el botón de la consola construida en el brazo de su silla de ruedas y ésta avanzó zumbando. De cerca, Halston pudo oler los amarillos aromas del miedo, la rabia y la orina, todos mezclados. Le repugnaron, pero no hizo ninguna señal. Su rostro estaba inmóvil y sereno.(...)
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