lunes, 27 de abril de 2015
Era el Motel 6 en la Interestatal 80 (I-80), justo al oeste de Lincoln, Nebraska. La nevada que había empezado a media tarde, había descolorido la virulenta señal amarilla, a una tonalidad pastel más amable, como la luz desvaneciéndose en un crepúsculo de Enero. El viento estaba cerrándose con esa calidad de amplificación vacía que uno sólo encuentra en la monótona parte central del país, normalmente en época invernal. Eso sólo significaba nada más que molestias ahora, pero si la gran nevada llegaba esta noche - los pronosticadores del tiempo no podían tomar una determinación, al parecer - entonces, la interestatal sería cerrada por la mañana. Eso no era nada para Alfie Zimmer.
Recibió su llave de un hombre con chaleco rojo, continuó conduciendo, hacia el extremo del largo bloque gris de hormigón. Había estado vendiendo en el Medio Oeste durante veinte años, y había formulado cuatro reglas básicas para asegurar el resto de su noche. Primero, siempre reserva por adelantado. Segundo, reserva en un motel de franquicia si es posible - tu Holiday Inn, tu Ramada Inn, tu Comfort Inn, tu Motel 6. Tercero, siempre pide un cuarto en el extremo. De esa manera, lo peor que puedes tener es sólo un grupo de vecinos ruidosos. Último, pide un cuarto que empiece con un uno. Alfie tenía cuarenta y cuatro años, demasiado viejo para ser un maldito camionero que levanta prostitutas, comer bistecs de pollo frito, o arrastrar su equipaje escaleras arriba. En estos días, los cuartos en el primer piso eran normalmente reservados para los no fumadores. Alfie los alquilaba y sin embargo fumaba.(...)
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Recibió su llave de un hombre con chaleco rojo, continuó conduciendo, hacia el extremo del largo bloque gris de hormigón. Había estado vendiendo en el Medio Oeste durante veinte años, y había formulado cuatro reglas básicas para asegurar el resto de su noche. Primero, siempre reserva por adelantado. Segundo, reserva en un motel de franquicia si es posible - tu Holiday Inn, tu Ramada Inn, tu Comfort Inn, tu Motel 6. Tercero, siempre pide un cuarto en el extremo. De esa manera, lo peor que puedes tener es sólo un grupo de vecinos ruidosos. Último, pide un cuarto que empiece con un uno. Alfie tenía cuarenta y cuatro años, demasiado viejo para ser un maldito camionero que levanta prostitutas, comer bistecs de pollo frito, o arrastrar su equipaje escaleras arriba. En estos días, los cuartos en el primer piso eran normalmente reservados para los no fumadores. Alfie los alquilaba y sin embargo fumaba.(...)
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