domingo, 26 de abril de 2015
Los reploides
Nadie sabía exactamente durante cuánto tiempo había estado ocurriendo. No mucho. Dos días, dos semanas; no podía haber sido mucho más que eso, razonaba Cheyney. No es que importara, claro, pero permitió que la gente viera un poco más del espectáculo disfrutando de la emoción añadida de saber que el espectáculo era real. Cuando los Estados Unidos y el mundo entero se enteraron de la existencia de los reploides lo hicieron de una forma bastante espectacular. Quizá fuese mejor así. En estos tiempos si algo no resulta espectacular puede seguir y seguir eternamente sin que nadie se entere. Ni se cree en ello ni se deja de creer. Es, sencillamente, otra parte de ese extraño mantra cuasi divino que forma el cada vez más rápido flujo de acontecimientos y experiencia de este siglo que se va aproximando a su fin. Cada vez es más difícil atraer la atención de la gente. Necesitas ametralladoras en un aeropuerto atestado o una granada arrojada por el pasillo de un autobús cargado de monjas detenido en un bloqueo de carretera de algún país centroamericano donde hay demasiada vegetación y demasiadas armas. Los reploides pasaron a ser noticia nacional -e internacional- la mañana del 30 de noviembre de 1989, después de lo que ocurrió durante los dos primeros y caóticos minutos del Show de la noche que iba a ser grabado en Burbank, California, la noche anterior.(...)
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Nadie sabía exactamente durante cuánto tiempo había estado ocurriendo. No mucho. Dos días, dos semanas; no podía haber sido mucho más que eso, razonaba Cheyney. No es que importara, claro, pero permitió que la gente viera un poco más del espectáculo disfrutando de la emoción añadida de saber que el espectáculo era real. Cuando los Estados Unidos y el mundo entero se enteraron de la existencia de los reploides lo hicieron de una forma bastante espectacular. Quizá fuese mejor así. En estos tiempos si algo no resulta espectacular puede seguir y seguir eternamente sin que nadie se entere. Ni se cree en ello ni se deja de creer. Es, sencillamente, otra parte de ese extraño mantra cuasi divino que forma el cada vez más rápido flujo de acontecimientos y experiencia de este siglo que se va aproximando a su fin. Cada vez es más difícil atraer la atención de la gente. Necesitas ametralladoras en un aeropuerto atestado o una granada arrojada por el pasillo de un autobús cargado de monjas detenido en un bloqueo de carretera de algún país centroamericano donde hay demasiada vegetación y demasiadas armas. Los reploides pasaron a ser noticia nacional -e internacional- la mañana del 30 de noviembre de 1989, después de lo que ocurrió durante los dos primeros y caóticos minutos del Show de la noche que iba a ser grabado en Burbank, California, la noche anterior.(...)
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