domingo, 26 de abril de 2015
LA BALADA DEL PROYECTIL FLEXIBLE
STEPHEN KING
Hacía ya bastante rato que habían acabado de cenar. La barbacoa era todo lo agradable que podía ser, por cierto. Chuletas a la brasa, ensalada verde con una salsa especial preparada por Meg, y bebidas. Se habían sentado hacia las cinco de la tarde y ya eran las ocho y media pasadas, casi anochecido. Era esa hora en que las reuniones empiezan a ser más ruidosas que de costumbre, aunque no fueran muchos. Tan sólo cinco personas: el agente literario y su mujer, el célebre escritor joven y la suya, más el redactor jefe de una revista que, aunque contaba con sesenta y pocos años, parecía algo mayor. Tal vez por ello había pasado la velada bebiendo sólo refrescos. Antes de su llegada, el agente le había explicado al escritor que el redactor había tenido un problema con el alcohol.(...)
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STEPHEN KING
Hacía ya bastante rato que habían acabado de cenar. La barbacoa era todo lo agradable que podía ser, por cierto. Chuletas a la brasa, ensalada verde con una salsa especial preparada por Meg, y bebidas. Se habían sentado hacia las cinco de la tarde y ya eran las ocho y media pasadas, casi anochecido. Era esa hora en que las reuniones empiezan a ser más ruidosas que de costumbre, aunque no fueran muchos. Tan sólo cinco personas: el agente literario y su mujer, el célebre escritor joven y la suya, más el redactor jefe de una revista que, aunque contaba con sesenta y pocos años, parecía algo mayor. Tal vez por ello había pasado la velada bebiendo sólo refrescos. Antes de su llegada, el agente le había explicado al escritor que el redactor había tenido un problema con el alcohol.(...)
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