domingo, 26 de abril de 2015
Era como una pesadilla. Como uno de esos sueños irreales de los que te despiertas a la mañana siguiente. Sólo que esta pesadilla estaba sucediendo de verdad. Delante de mí alcanzaba a distinguir la linterna de Rankin: un gran ojo amarillo en la sofocante oscuridad estival. Me tropecé con una lápida y por poco no me desparramo de bruces. Rankin se volvió hacia mí, siseando un juramento:
—¿Es que quieres despertar al vigilante, imbécil?
Susurré una respuesta y continuamos andando sigilosamente. Por fin, Rankin se detuvo y enfocó el haz de la linterna sobre una lápida recientemente cincelada. En ella podía leerse:
DANIEL WHEATHERBY
1899–1962
Reunido con su amada esposa en una tierra mejor
Sentí que me ponían una pala en las manos y, repentinamente, estuve seguro de que no podría hacerlo. Pero entonces recordé al administrador de becas meneando su cabeza y diciendo: Temo que no podemos darte más tiempo, Dan. Tendrás que irte hoy mismo. Te ayudaría de alguna forma si pudiera, créeme..(...)
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—¿Es que quieres despertar al vigilante, imbécil?
Susurré una respuesta y continuamos andando sigilosamente. Por fin, Rankin se detuvo y enfocó el haz de la linterna sobre una lápida recientemente cincelada. En ella podía leerse:
DANIEL WHEATHERBY
1899–1962
Reunido con su amada esposa en una tierra mejor
Sentí que me ponían una pala en las manos y, repentinamente, estuve seguro de que no podría hacerlo. Pero entonces recordé al administrador de becas meneando su cabeza y diciendo: Temo que no podemos darte más tiempo, Dan. Tendrás que irte hoy mismo. Te ayudaría de alguna forma si pudiera, créeme..(...)
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