domingo, 26 de abril de 2015
En la primavera de 1970, cuando tenía 22 años, fui arrestado por la policía de Maine, Orono. Luego de que pararan mi auto, en un control de tráfico, fui descubierto en posesión de cerca de tres docenas de conos de caucho, de los que se usan para el tráfico. Después de una dura noche de tomar té frío Long Island en el Motor Inn de la Universidad, choqué uno de esos conos mientras conducía rumbo a casa. Salté del auto y vi que estaba rasgado mi viejo Ford. Yo ya me había informado antes que la ciudad de Orono había estado ese día pintando cruces en las calles, y me di cuenta que habían puesto esos malditos conos por todos lados. Con la lógica de un borracho, decidí cruzar la ciudad -despacio, seguro y sano- y levantar todos los conos. Cada uno de ellos. Al día siguiente, los presentaría, junto con mi auto, a la Municipalidad, en una muestra de justo enojo.
La policía de Orono, que ya tenía razones para que yo nos les cayera bien (yo era un notorio "hippie" anti-Vietnam), estaba encantada con su captura. El oficial que me arrestó encontró suficientes conos como para elevar la falta a la categoría de "robo". Todo lo que sé es que fui apresado en mi segunda aventura tras los conos. Si hubiese sido atrapado con los cientos o más que ya había en mi departamento, quizás estaríamos hablando de "robo agravado".(...)
Descarga Y lee en OneDrive
La policía de Orono, que ya tenía razones para que yo nos les cayera bien (yo era un notorio "hippie" anti-Vietnam), estaba encantada con su captura. El oficial que me arrestó encontró suficientes conos como para elevar la falta a la categoría de "robo". Todo lo que sé es que fui apresado en mi segunda aventura tras los conos. Si hubiese sido atrapado con los cientos o más que ya había en mi departamento, quizás estaríamos hablando de "robo agravado".(...)
Descarga Y lee en OneDrive