martes, 2 de junio de 2015
Por definición un bucle debe contener condiciones que establezcan cuándo empieza y cuándo acaba, de manera que, mientras las condiciones se cumplan, ejecute una secuencia de código de manera repetitiva. En el caso de ciclo infinito, como la condición de finalización no se alcanza, el bucle sigue ejecutando el segmento de código indefinidamente.
… Y entonces lo vi, era deslumbrante. El portal se abría enfrente de mí, con la luminosidad idéntica del sol. Sin embargo, estaba ahí, en medio de mi habitación. No podía creer que lo había logrado, después, por un instante la luz se volvió más tenue y podía vislumbrar lo que había detrás de él, ahí estaba parado él frente a la mesita, el maletín de aluminio postrado sobre la mesita. Abrió el maletín y saco la Prieto Beretta nueve milímetros, sacó el cargador de nueve balas y lo insertó plácidamente en la cacha de la pistola. Se dirigió hacia un panel y empezó a presionar varios botones en una secuencia que para mí ya me era familiar. Tenía que detenerlo antes de que terminase de presionar el último botón. Apunté hacia su cabeza y jale del gatillo. La detonación hizo eco en el cuarto, sin embargo, la bala no cruzó el portal, por alguna extraña razón. El tiempo se detuvo, el proyectil cada vez viajaba más lento hasta quedarse estático en el aire. Todo repentinamente se congeló…
Unos hombres entraron, no podía moverme, no podía resistirme a sus acciones. El hombretón negro, asió la bala en el aire. El pequeño hombre asiático tomó mi Prieto Beretta nueve milímetros y me la quito de las manos pacíficamente. Ambos miraron hacia la derecha de la habitación. Mientras del otro lado del portal, él había terminado la secuencia y una luz con la intensidad del sol iluminaba la habitación. Se abrió un portal, levantó el arma y disparó. El tiempo se detuvo en su habitación. Un hombretón negro tomó el proyectil y un pequeño hombre asiático le quito el arma de las manos. Ambos giraron de frente al portal y al unísono, los cuatro dijeron:
-“Los viajes en el tiempo al pasado están prohibidos señor Arioch y más aun si son asesinatos/suicidios. Debemos terminar esta transacción en el flujo temporal y evitar destruir la continuidad espacio tiempo.”-
De pronto, tinieblas…
Lo había logrado, había creado el primer agujero de gusano que permitía el viaje al pasado. Sin embargo, los hombres de traje negro habían mencionado que era un evento de rutina. ¿Cuántas personas han hecho esto? ¿Es que acaso no soy el primero? ¿No soy el único?
Cuando por fin recobré la vista, estaba en otra habitación, una muy iluminada, las paredes de aluminio y los paneles de aluminio estaban divididos en tres grandes placas. Extrañamente no había puertas. La sensación del tacto regresaba a mi torso y brazos, sentí frio, mis piernas empezaban a tener el mismo efecto. Estaba sentado en una silla de aluminio, fría. Una mesa de aluminio estaba frente a mí, no la había notado.
-“Señor Arioch.”- una voz femenina. –“Nosotros no comprendemos cómo fue posible que usted haya obtenido el conocimiento de dicha tecnología o de cómo obtuvo el aparato, sin embargo, este tipo de eventualidades nos mantiene en constante vigilancia”- frente a mi estaba esa mujer, vestida de traje negro, camisa blanca, cabello obscuro, su silueta era la de una diosa, su cara presentaba algunas marcas de la edad, sus ojos cubiertos con un par de gafas obscuras y sus labios pintados de rojo.
Tomó la silla de frente a la mesita… ¿Había una silla ahí? ¿Se habrá materializado? No lo sé. Ella tomo asiento.
-“Tiene dos opciones: la primera, es darnos toda la información para crear ese aparato tan formidable y trabajar para nosotros. La segunda, si se niega, procederemos a realizar una lobotomía y la información se perderá para siempre. Usted decide.”-
¿Lobotomía? ¿Trabajar para ellos? Vaya, tenía que tomar una decisión y pronto. Opté por la primera, pero con una condición; yo les construiría una máquina para crear agujeros de gusano y ellos no podrían entrar a mi laboratorio para ver mis planos, sin cámaras de seguridad, sin vigilancia.
La mujer salió por la puerta que estaba oculta en uno de los muros. El hombre asiático entró con una carpeta. La puso sobre la mesa, abrió la parte frontal. Una página en blanco, excepto por una línea al final se mostró.
-“Firme aquí.”- Lo dijo en tono imperativo. Por un momento me quede pensando. –“¡Firme aquí!”- Repitió el asiático.
-“No tengo un bolígrafo”- Fue mi respuesta.
–“¡Firme aquí!”- repitió el asiático.
Sin darme cuenta, tenía un bolígrafo elegante en mi mano izquierda. Firmé.
En los siguientes meses, solicité material, estaño, cobre, aluminio, hierro, titanio, silicio, un laboratorio de química básico.
Comencé con la placa principal, luego otra, y otra. La construcción se hizo tal a mi condición, sin vigilancia, sin cámaras de seguridad, sin planos, todo lo tenía en mi cabeza. Cada día que me enviaban comida, veían mis avances, nunca preguntaron cómo lo hacía, nunca cuestionaron mis pedidos. Simplemente ellos proveían y yo construía.
Construí los paneles donde empotraban las placas. Conforme pedía material, ellos seguían abasteciendo. Si solicitaba una herramienta, ellos la tenían disponible inmediatamente, cables, resistencias, chips, computadoras. Todo estaba a mi disposición.
Por alguna razón, continúe construyendo la maquina, no me detenía solo hasta descansar o para mis necesidades básicas. Aceptaba el trabajo, nunca cuestioné mis órdenes. Todo estaba sistematizado y eso me aterraba. Fue entonces cuando lo comprendí… el contrato.
–“¡Firme aquí!”-
Carbón, azufre, plomo, cobre, plástico, hierro. En secreto comencé una segunda construcción. Casquillo, cartucho, pólvora, recamara, cañón. Hice una segunda arma. La oculté dentro de la maquina.
Al final del mes, la maquina estaba terminada, completamente armada. Sin embargo, no funcionaba sin un núcleo de poder. Fue entonces cuando solicité una barra inerte de plutonio. Ellos me negaron el metal. Me suministraron de electricidad con el fin de evitar que operara la maquina sin su supervisión.
Llego el día. Conecté la maquina a la fuente de poder. La mujer de traje negro y unos hombretones, junto con otros hombres de bata blanca observaban desde una distancia segura.
Inicié la secuencia, mientras con mi otra mano tomaba el arma escondida en una de las placas de los paneles. Que se jodan, abriré otro portal y me suicidaré. Acabare con la continuidad espacio tiempo.
El portal se abrió frente a mí, tapando la visión de aquellos hombres que me raptaron. Frente a mí, estaba otra vez yo. Apunté al frente, jale del gatillo. Nada. Del portal emergió la mujer de negro.
-“Muchas gracias señor Arioch por su aportación a esta organización. Como verá, sus planes han fallado y ahora tenemos dos máquinas, gracias a usted.”-
¡Maldición! ¡Olvidé por completo la primera máquina!
-“Ahora que sabemos el funcionamiento de tan espectacular hallazgo. Ya no lo necesitaremos. Procedan con la eliminación.”-
El hombretón negro salió del portal. Me tomo de los brazos, mientras la mujer de traje negro cambiaba la secuencia. Se abrió un segundo portal mientras el hombretón de negro me arrojaba a la ventana espacio/tiempo…
Tinieblas…
No sé en qué tiempo estoy. No sé donde estoy. Solo veo volcanes, ríos de lava, gases tóxicos flotan en la atmosfera. Todo parece un infierno. Solo hay dos opciones, estoy en el apocalipsis del mundo o estoy en el nacimiento de él.
Debí aceptar la segunda opción. Ya es demasiado tarde.
Si encuentran esta nota, eviten este suceso. Mi nombre y dirección son las siguientes:
Arioch T. Ol…
La nota termina hasta aquí, no se pudo descifrar la información siguiente, ya que el papel está destruido debido a la corrosión del metal.
Papel encontrado en un artefacto cilíndrico hecho de cobre, que data del año dos millones cuatrocientos mil antes de Cristo (fecha aproximada). Localizado en el monte Kilimanjaro, a las faldas del volcán Mawenzi en África.