domingo, 26 de abril de 2015
La nave Fed ASN/29 cayó del cielo y se estrelló. Pasado un momento, dos hombres salieron de su cráneo abierto como si fueran su cerebro. Dieron unos pasos y luego se detuvieron, con sus cascos bajo el brazo, y contemplaron el lugar donde habían ido a parar. Era una playa que no necesitaba océano. Era su propio océano, un esculpido mar de arena, un mar como una fotografía en blanco y negro, helado para siempre en interminables crestas y hondonadas. Dunas. Profundas, empinadas, lisas, arrugadas. Crestas cortantes, crestas planas, dunas de crestas irregulares que parecían amontonadas sobre otras dunas... Un dominó de dunas. Dunas. Pero océano, no. Los valles, que eran las depresiones entre esas dunas, serpenteaban en oscuros laberintos. Si uno miraba esas líneas retorcidas y bastante largas, podía parecer que trazaban palabras... palabras oscuras flotando sobre las blancas dunas. —Joder —dijo Shapiro. —Inclínate —aconsejó Rand.
Shapiro se dispuso a escupir, pero toda aquella arena le hizo desistir. Quizá no era momento de desperdiciar líquido. Medio enterrada en la arena, la ASN/29 ya no parecía un pájaro moribundo, sino una calabaza que se hubiera abierto descubriendo la podredumbre interior. Había habido fuego. Todos los depósitos de combustible de estribor habían explotado. —Siento lo de Grimes —dijo Shapiro. —Sí. —Los ojos de Rand recorrían el mar de arena hasta la línea del horizonte y volvían otra vez.(...)
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Shapiro se dispuso a escupir, pero toda aquella arena le hizo desistir. Quizá no era momento de desperdiciar líquido. Medio enterrada en la arena, la ASN/29 ya no parecía un pájaro moribundo, sino una calabaza que se hubiera abierto descubriendo la podredumbre interior. Había habido fuego. Todos los depósitos de combustible de estribor habían explotado. —Siento lo de Grimes —dijo Shapiro. —Sí. —Los ojos de Rand recorrían el mar de arena hasta la línea del horizonte y volvían otra vez.(...)
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